Muchos años subsistiendo
de pastillas para dormir
y a veces la rutina
me hizo casi morir.
Los días se hacen
monótonos:
Compra, limpieza, gimnasia
y a rezar para que cierre
los ojos.
La noche, los ojos
no se cierran.
Intentas meditar,
intentas respirar
pero los segundos
se convierten en horas.
A veces las taquicardias,
desde fuera, veo mi corazón latir.
Me vienen miles de problemas,
de obsesiones y recuerdos
de los que no puedo huir.
Y me vuelvo a empastillar.
Al día siguiente vuelta
a empezar con resaca
pero luchando para poder dormir.
El insomnio nunca termina,
nunca se acaba
y prefieres morir a no dormir.
Cristina Campos Colino .....22 de Septiembre de 2018
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