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lunes, 14 de octubre de 2013

Con los ojos hinchados de tanto llorar se presentó mi alma en mi puerta aporreándola con mucho alboroto que a los vecinos casi despierta.
Estaba desesperada porque andaba perdida y quería encontrarme pero me había vuelto invisible para los ojos de Dios y para los ojos de la gente.
Anduve debajo de la lluvia y el frío con abrigo roido prestado que apenas me cubría la piel. Drogada con tranquilizantes y cocaina. Dedos amarillos por el tabaco que pedía a la gente en la boca del metro. Ya sola en mi cama, sin vida y sin muerte no echaba en falta nada porque nunca supe lo que era tener un alma porque eso al verla, solo vi un reflejo siniestro de mi rostro, una yonqui, mi gemela borracha que sólo pretendía robarme pero me di cuenta que su imagen se borraba como un espejismo en un desierto.
No era mi alma era mi mente que proyectaba por si sola imágenes de terror de mi futuro y me quedé mirandola absorta, incluso pensé comprar paloitas era la actriz de una peli que vivía como real. Notaba los pinchazos de la jeringuillas e incluso noté esos mareos y ese golpe y como el director gritaba a todo: Fin

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