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domingo, 17 de septiembre de 2017

El tratado de las buenas maneras

Este libro lo tenía mi tío, era muy divertido pero si aconsejo a todos su lectura porque las buenas maneras nunca estan desfasadas.

Os dejo una entrevista de Alfoso Ussia donde os cuenta un poco el libro y así os sirve de algo estos protocolos.https://www.protocolo.org/miscelaneo/personajes/alfonso_ussia_las_buenas_maneras.html

Entrevista a Alfonso Ussía.

Alfonso Ussía: "No recrimino nada al hortera; al nuevo rico, sí".

Si quisiera, Alfonso Ussía seguramente podría hablar de la elegancia, del saber estar, de la etiqueta y el decoro con absoluta y solemne autoridad. Aunque es muy probable que todo eso le resulte un soberano coñazo, que podría decir su estimado Marqués de Sotoancho.
Al margen de la hipótesis, una cosa es cierta: Ussía borda aquello de retratar lo que le rodea con el vuelo ligero, tan difícil, del humor. Maestro del periodismo, el columnista de "La Razón" retoma aquel " Tratado de las buenas maneras " de hace años en una nueva serie de artículos, "Las buenas maneras del verano", que desde mañana ocuparán la contraportada del periódico durante el mes de agosto, ilustradas, cómo no, por su compañero en tantas aventuras editoriales, Barca.

¿Las buenas maneras son las mismas ahora que cuando escribió aquel primer "tratado"?

Hombre, las buenas maneras siempre son las mismas. Lo que pasa es que como están tratadas desde el prisma del humor, son tan insensatas aquéllas como éstas: son parciales, subjetivas, no tienen nada que ver con el protocolo. Tienen mucho menos que ver todavía con las buenas maneras. Son un desahogo: después de un año metido en política, en comentarios, tristezas y preocupaciones, me sirven para hacer sonreír.

¿Por qué no le preocupa tanto el hortera de paella y gorrilla en chiringuito, como el que tiene un yate sólo para enseñarlo?

No me preocupan: los considero unos personajes fundamentales. Están inmersos en nuestra sociedad. Pero así como el de paella no tiene nada que deba ser criticado, el ostentoso, el pretencioso, el nuevo rico, el prepotente, ése sí se merece un repaso. Del mismo modo que se lo merece el marrano, el poco aseado, el que va con chancletas y pantalones cortos a todas partes, incluso por Madrid.

¿El hortera veraniego nace, crece y, sobre todo, se multiplica?

Hay más ahora. Lógicamente, dado que hay más gente que hace veinte años, y más gente que veranea. Pero no es algo exclusivamente español: está en todo el mundo. El verano es mucho más ordinario que el invierno: en invierno, todo se cubre por el frío.

¿Qué le es más doloroso a la vista, unas chanclas en un restaurante o un "guiri", o autóctono, sin camiseta por las calles de Madrid o Barcelona?

Los dos se me antojan repugnantes. No tengo capacidad para decir cuál me repugna más.

El hortera se recicla en lo tecnológico: habla en su serie de los que se van con el portátil a la playa o con el iPhone a la piscina.

Más que en el ámbito de la horterada, el lenguaje cibernético, de los ordenadores, de los iPads, las tabletas y esas cosas, entra en el dominio de la cursilería. Y por supuesto, lo voy a tratar, porque es invencible e insoportable.

El nuevo rico era sinónimo de mal gusto. En tiempos de bonanza florecieron. ¿Ahora que somos todos un poco más pobres con la crisis, se ha reducido su número?

No, los nuevos ricos siempre emergen. Se ve mejor desde la perspectiva de un nuevo pobre. Yo lo soy: mi familia fue rica hasta mi generación. El nuevo rico necesita dos generaciones para contagiarse un poco. La riqueza bien llevada es elegante; mal llevada, es insoportable. Pero hablo de armonía, de naturalidad, no de buen gusto, que es una cosa muy subjetiva. Yo no tengo por qué ser el que reparte las licencias del buen gusto.

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